Llevar un brazalete azul garantiza que en los tiempos que corren puedas salir con tu hijo o con tu hija -si presenta TDAH, TEA, u otras dificultades- a pasear por la calle sin miedo a que te increpen, a que te insulten o a que te griten desde los balcones. Esta crisis que estamos viviendo saca lo mejor de muchas personas, pero también lo peor de algunas. Nuestros propios vecinos se han transformado en justicieros, en policías, en fareros... ¿Tan aburridos estamos?
Una vez más, como tantas otras, es la "víctima" la que tiene que actuar. Tiene que ponerse un distintivo, tiene que ir marcado e identificado. Alguien ha pensado que es este el medio más adecuado para que estas personas puedan pasear sin temor. Estoy de acuerdo en que puede ser un método rápido, e incluso valoro la buena intención de quienes han impulsado esta iniciativa; no obstante, difiero enormemente en que sea la solución más adecuada. Es, sin duda, un paso atrás en la inclusión. La mejor respuesta, a mi modo de ver las cosas, está en todos nosotros. En dejar de juzgar a los demás. En dejar de increpar a la gente desde la ventana. En levantar la vista de nuestro ombligo y empezar a mirar a nuestro alrededor. En respetar.
¿Por qué no empezamos a confiar un poco más en las personas?
¿Por qué no empezamos a confiar un poco más en las personas?
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